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No pudo encobrir el dolor, que en el piadoso coraçón llevava, y
vinieron a atender la causa los palaciegos. Fué grande la murmuración
que se levantó entre todos con tal resolución, y entre las criadas de la
Princesa fué la turbación mayor. No havia entre ellas reposo ni descanso
considerando el propio desamparo y la pérdida común deI Reyno. Crecia en
todos el dolor, y este no era menor en la Princesa considerando el
desamparo de unas a quien havia criado, y de otras con quien se havia
criado, que a todas tenía igual amor. Armada contra esta astucia
diabólica de las armas de la fortaleza y amor divino, y guarnecida de la gracia de Dios (de que se allava alumbrada)
quando menos lo pensavan
todas rompió animosa por las dificultades. Salió de su palacio
secretamente una noche y metiose en el convento de Odivelas donde, de la
Abbadeça y monjas fué gustosamente recivida.
Quando aI otro día se divulgó la ausencia de la Princesa y se supo su
entrada en el convento no es decible el dolor y sentimiento, que causó
en todos. Cerraron las puertas y
ventanas de su palacio y no se oya en él más que gemidos y
lamentos entre sus criadas. Cada cual llorava su desamparo,
y la alegria de que estavan llenos los aposentos con su presencia se havia trocado en lágrimas. Salió la voz a la ciudad y toda se
llenó de tristeza, porque grandes y pequenos juzgavan esta la mayor
pérdida que podia venir aI Reyno. Tales esperanças fundavan en la
Princesa.
Entró luego en el convento Doña Felipa su tía para
acompañarla, quien assistía continuamente con ella, y platicavan muy de
ordinario en cosas espirituales. Mandó la Princesa que ninguna de sus
criadas fuesse porque la perturbavan, resolución que causó en todas
nuevo dolor. Solas dos, ambas ancianas (y una dellas la ama que la havia
criado) estavan dentro, y otras tres criadas de menor porte, que consentía la
sirviessen mientras no era religiosa. El Rey y el principe la visitaron
a menudo en el espacio de dos meses que estuvo en Odivelas. Persuadianla
a que no tomasse vida religiosa. Representavan quan difficultoso era
passar del siglo a la Religión, deI mandar aI servir, de la cama blanda al lecho duro, de la seda aI sayal y de la libertad a la
sujeción. El gran caudal de un rio crece a los mayores estorvos. Esto
mismo passava en los affectos de la Princesa. Entendía que sus deseos
eran de Dios (que tan encendidos brios en una mujer delicada no podían
ser de otra fuerça que deI Todo poderoso, que save valerse de débiles y
flacos instrumentos para confundir lo fuerte) y resistia firme a todas las razones con que pretendían mudarIa. Mas porque no creciesse el
ímpetu de las persuasiones, procuró meter tierra en medio, y alexarse de
la Corte por evitar semejantes pláticas.
/
303 / Pidió aI Rey su Padre tuviesse por ben mudarIa de aquel
Monasterio para otro en que libre de los estruendos
deI siglo pudiesse servir a Dios con más quietud. Vino el Rey bien en
ello despues que no pudo moverla con sus raçones. Eligió el convento de
Santa Clara de Coimbra, seminario de virtud y noblesa y acomodado para
visitarla muchas veces. No quiso la Princesa replicar a esta resolución,
viendo que con esta jornada se acercava mas a Aveiro (que era el
paradero de sus deseos) y que por este camino sino se vencían se
facilitavan las difficultades. Escribió luego a la Madre Beatriz Leitam
avisándola de su viage, de los intentos que llevava y pidiéndola
hiciesse encomendar mucho a Dios ayudasse sus intentos. Fué recivida
esta nueva con increyble alegria assi de la venerable Madre como de
todas las religiosas, que dieron infinitas gracias a Dios (no sin
lágrimas) por aqueIla dicha. Encargó luego la devota Prelada a sus
subditas muchas oraciones, vigílias y penitencias, en que continuaron
incessantemente asta que vieron cumplidos sus deseos.
Partió la princesa acompañada de su padre y hermano para Coimbra en el
mes de Julio de 1472. Fué tambien en
su compañia uma monja deI convento de Odivelas llamada
Doña Mencia de Alvarenga, a quien la princesa se havia afficionado por
sus muchas virtudes. Su tia Doña Felipa (como la havia criado despues
que murió la Reyna su hermana) jamas se apartava della, si bien ignorava
aora sus intentos. Hacian las jornadas cortas por los calores, que eran
excesivos; mas a la constancia de la princesa eran alivio semejantes
penas. Una jornada antes de Ilegar a Coimbra (valiéndose primero de su
acostumbrado refugio de la oración, y encomendándose aI glorioso Padre
San Agustin, de quien era devota, y a quien havia tomado por amparo en
esta sancta empresa) se dispuso a pedir licencia a su Padre para ver el
convento de Jesús de Aveiro. Díxole que de sus virtudes y observancia
religiosa havia oydo tantas alabanças, que deseava verle, estar en él
algunos dias, y passar despues adonde ordenase. Vino el Rey en lo que la
Princesa le pedia, no sin receIos de que intentava quedarse de assiento
en aquel vergel ameno de virtudes. El principe, Doña Felipa y los
principales señores que alli se allavan trabajaron lo possible por
estorvarlo. Pareciales el lugar pequeño (eralo entonçes y aora de los
mas populosos de Hespaña) el convento humilde, pobre de edificios no
solo para ser religiosa mas para detenerse en él un dia. Su Religión y
observancia granjeava el común aplauso, mas no les parecia con todo eso
conveniente que la Princesa fuesse a un lugar que mejor podria Ilamarse
destierro. La invencible esposa de Christo (siguiendo su exemplo pues
siendo Rey eterno de la Gloria
/
304 / escogió para su nacimiento el humilde lugar de Belem y en el un pobre
pesebre entre brutos animales) no mudó de
intento a vista de tantos estorvos. Alegravase de que todas las raçones
con que pretendían convencerla se conformavan con la humildad que
buscava, y assi ordenó se hiciesse la
jornada a Aveiro donde llegaron a treinta deI mes de Julio.
Allavase ya en el Puerto seguro de su descanço, libre de las furiosas
oIas que procuravan derribar su deseado propósito. Quiso pues detenerse
cinco dias en la villa (ya todos se allavan desenganados de sus
intentos) para con menos molestia deI convento ordenar sus cosas y
disponer de su hacienda, y criadas, antes que emprendiesse el camino
de la Religión. Entró finalmente la Princesa en el
Monasterio de Jesús
de Aveyro en 4 de Agosto deI mismo ano de 1472, acompañada de su
padre, de su hermano, de su tía y de Doña Mencia de Alvarenga.
Esperavanla a la puerta la venerable Priora Beatriz Leitao, la Madre
Maria de Atayde y otras ancianas, con muchas lágrimas de alegría
espiritual mezclada con temor de Dios por ver una tan grande obra suya
no vista, ni oyda en
aquellos tiempos. Las demas religiosas estavan en el choro recogidas en
oración repitiendo alabanças a Dios por tan señalada merced. Entró una
mañana despues de haver oydo
Missa en la capilla da Jesús, víspera de Nuestra Señora de Nieves, y dia
deI glorioso Patriarcha Santo Domingo. Desde este día no se vió más
sobre el convento el cometa que desde el mes de Março no faltó dia alguno.
Con esto se manifestó ser de Dios esta obra e voluntad suya que
sirviesse aqueI instrumento de eterno testimonio de las virtudes y
exemplo con que la Princesa havia de alumbrar el mundo.
Teniala dispuesto la Priora un aposento, si bien humilde, el mejor que tenía la casa. En él assistió algún tiempo asta que se la
acomodó otro mejor, en que puso tambien su oratorio, y abrió una tribuna a la iglesia por oyr missa con más comodidad y menos embaraço. Desde aqui oya tambien las horas, quando no
tenía disposición para assistir en el choro con las Religiosas. Ajustado
todo lo que pareció conveniente,
se despidieron de la Princesa los que la acompañaron con notable
ternura. Excedió a todos en esta demostración el
Rey Don Alonso su padre que sentia gravemente haver de apartarse de una
hija a quien tanto queria y estimava. Mas como cathólico y temeroso de
Dios, se conformava con su divina voluntad, encubriendo quanto le era
possible el dolor. El Príncipe llevava mas agriamente la resolución de
su hermano, reclamando y haciendo protestas sobre su entrada en el
convento. Asseguraba no consentiria nunca que ella siguiesse tal vida, ni estuviesse en tal lugar; mas la
constante
/ 305 / virgen procurava sossegarle
con palabras blandas y
discretas.
Despidiose de todos con muchas lágrimas, quedando quieta y pacífica en
el espírito y dando infinitas alabanças a Dios de ver que en esta parte
havia cumplido sus fervorosos deseos. Quedó con lá Princesa Dona Mencia
de Alvarenga y assistió en este convento algunos anos con licencia del
Pontífice y permission de sus Prelados. Despues volvio a su convento de
Odivelas donde despues de ser Abbadesa murió sanctamente.
En una casa junto aI Monasterio quedó Dona Felipa por
assistir más de cerca a su sobrina, a quien estimava sobre todas las
cosas deI mundo, y assi no sufrió apartarse della. Iva todos los dias a
Missa a la iglesia deI convento; despues se entrava en él, llevando
siempre en su compañia a la ama
de la Princesa, y a la otra antigua secretaria de su pecho y sus
virtudes, que ni una ni otra se apartó de la Princesa asta la muerte.
Assistia con ella todo el día y a la noche bolvia a su casa, en que
conservava el aparato devido a su Real Sangre.
Desocupada ya y suelta de los embaraçosos cuydados de Palacio, gozava en
el sossiego deI monasterio el verdadero fruto de la vida y de la virtud.
Vivia en el cuerpo, como sin él, y ensayábalo con ásperas penitencias
para la muerte. Aqui desterrada deI mundo y hecha ya cortesana deI cielo,
domaria las pasiones deI cuerpo, para que libre de sus prisiones el alma, volasse con encendidos affectos aI sumo bien. Vivía
solamente a Dios en temor sancto y amor de sus excelencias; en
aborrecimiento deI mundo y menosprecio de sus grandezas; en olvido de la
tierra, memorias deI cielo y exercicios de todas las virtudes.
Que admirable se nos muestra Dios en sus sanctos!: De la fraxilidad y
miseria de nuestra naturaleza los escoge y levanta para regalos y
favores deI Cielo. Junta en cuerpos delicados la niñez con la prudencia;
la nobleza con la humildad; el consuelo con la mortificación; la pobreza
con el contento; la desnudez con las riquezas. De las asperezas saca
suavidad; de las hieles dulçura; de los males, bienes, y
de los extremos, que parecen contrarios, maravillosas consonancias para
nuestro bien.
Puesta ya esta nueva planta en la corriented de las aguas deI jardin de
la Religión, comenzó su carrera con tal velocidad, que ponia espanto.
Más se juzgava acabarIa felizmente que dar principio a una vida recogida
y sancta. Poco le parecia quanto hacia por Dios, tan poderoso era el
amor, que la llevava. Cobró gran amor a la Priora y religiosas,
alegrándose cada vez más de verse en su compañía. Todas
la servian con gosto en lo que podian y todas se consolavan
/
306 / con su presencia. No
mudó por entonces los vestidos y tocados, si bien
eran muy conformes a su rara honestidad.
Advertia en el modo de las religiosas, tomando plática de las cosas deI
convento sin descubrir el propósito de mudarse a su estado. Assistia con ellas en el choro, sentándose
siempre en las sillas de las novicias, lugar que no mudó en
toda su vida.
Iva muchas veces a Aveiro el Principe a visitarla y consolarse
con ella
porque la amava de coração. Procurava divertirIa deI camino de la
Religión, assegurándola que ni él ni el Reyno consentirian en semejante
resolución. Respondia ella unas veces con sagacidad y prudencia; otras
callava encomendándose a Dios y pidiéndole pusesse término a sus deseos.
Passó assi algún tiempo continuando su sancta vida con gran recogimiento
y gasto espiritual, y haciendo firme propósito de no salir más de aquel
pobre y humilde monasterio. EI mayor indício de ser divino el
espíritu, que vivia en su alma era aumentarse el deseo
quando podia no executar Ia resolución, y estar más fervorosa la
gracia quando devia allarse mas cobarde la naturaleza. Que Ia Princesa
deseasse ser monja, quando no conocía
monjas era sancto propósito (aunque sujeto a la variedad y
mudança que trahen consigo los humanos acaecimientos) pero que
haviendolas visto pobres, penitentes y austeras,
perseverase afficionada el alma de lo que más podia recelar
el cuerpo, es evidente señal de que aquella obra era de Dios. Con esta
firme resolución ordeno con la venerable Priora que por no ocúpar las
officinas (de que tanto necessitavan las religiosas) de sus propias
rentas se comprasse una huerta que estava junto aI dormitorio. Era
necessaria asi para desaogo de las religiosas como para labrar un
humilde cuarto para su persona. Tenia otra comodidad este sitio para la
Princesa, que estava más cerca deI choro porque antes para ir a él
passava por los corredores descubiertos, que en el invierno con los
vientos frios le causaba notable trabajo. Executose lo que deseava,
compróse la huerta y labrose Ia
casa brevemente. Acavada se mudá a ella con Doña Mencia de Alvarenga, que siempre la hizo compañia en su selda mientras se
detuvo en aquel convento.
Pareció a la Princesa ser ya tiempo de poner en execusión los sanctos
deseos de ser religiosa, y assi determinó declararse con Ia Priora. Hízolo dandole cuenta de su última resolución, que era recivir su sancto
havito y vivir a su obediencia como verdadera súbdita suya. Oyendo la
devota
Madre estas palabras de la Princesa, bañada en lágrimas y llena de
incomparable alegria dió muchas gracias y alabanças a Dios por tan
señalada merced. Pidiole luego que señalasse dia para la execución y fuesse servida de no
recivir el havito
/
307 /
de sus indignas manos sino de las de fray Anton de Santa Maria su
Prelado. No vino en esto aquella Real humildad,
antes obligó a la Priora que se le diesse de su mano señalando el dia
25 de enero deI año 1475. Bien dexa considerarse el gusto con que todas las religiosas recivirian la nueva de tener tal hermana y compañera.
Largos siglos les parecian las horas que esta se dilatava, más aI fin llegó el dia señalado. Vistiose para este acto ricamente y acavados los
maytines deI glorioso Apóstol San Paulo (de quien era especial devota)
fué llevada aI capitulo, donde la esperava toda la
Comunidad, por la Maestra de Novicias, Isabel Luis, acompañada de Dona Mencia de Alvarenga. Caminava la
Princesa con tal júbilo
que ya parecía iva a gozar de las eternas bodas con su dulce esposo.
Entró en él y postrose humildemente a los piés de la Priora, a quien
escassamente daban permisión para hablar las lágrimas; mas como pudo
inclinándose dixo: Señora, que es lo que quereis? Respondió ella con humildad: La misericordia de Dios y la vuestra. La misericordia de Dios
y su gracia, prosiguió la Priora, siempre estuvo y estará en vuestra
alma. Aora baxó sobre nosotras su divina misericordia, pues nos hace
dignas de favor tan grande como que seais contenta de recivir el havito
de Religión en esta
humilde casa, y estar en nuestra compañia por su amor. No
es necesario, Señora, hazeros preguntas, ni declararos las asperesas de
nuestra sancta regIa, porque todas las sabeis ya y teneis experimentadas
con obras. Por el amor de Dios despreciando todas las cosas deI mundo
os disponeis a recivir el havito de nuestra Orden, assi aI mismo Señor
suplico humildemente acabe lo que aora empeçais para que redunde en
eternas alabanças suyas, y a vos os sirva de poseerle eternamente. Con esto se llegó la
Princesa a la venerable Prelada de rodillas como
estava y sueltos sus hermosos cabellos se los entregó liberalmente para
que los cortasse. Hizolo con muchas lágrimas y con ellas prosiguieron
tambien las religiosas las ceremonias de aquel acto. Desnudose
y puso en el açafate por offerta las pocas alajas, que trahia. Eran una
cruz de oro con el sancto leño, un Agnus Dei guarnecido deI con muchas
relíquias. Trailas desde su niñez siempre consigo por ser muy aprovadas
con milagros y haverIas heredado de la Reyna su madre. Tambien offertó
una sortija con una esmeralda que nunca havia quitado de si por haversela dado Doña Felipa, su
tia. Con esto recivio el havito con gran devoción, dando paz a las hermanas
con mucha duIçura y gracia.
Llevaronla en procesión aI choro, y postrada delante de su divino esposo
le offreció digno servicio de alabança, y amor de si misma. Con esto se
acabó el officio y la Princesa se quedó en el choro por muchas horas en
oración, meditacion y lágrimas. Más antes que
/
308 /
escriva las perturbaciones que causó en el Reyno esta no
esperada resolución, diré algo de la fortaleza y fervor con que dió principio a la començada empresa y la prosiguió.
Mejorada de estado, mejoró (si puede desirse)
también
de vida, aI contrario de los que pretenden como esentos de
las leyes comunes llevar el oficio sin la obligación. Puesta
en lugar más alto (por tal juzgava el de la Religión, y juzgava bien) comenzó a vivir en él con más receIo, y mayor
recato de la cayda. Poso grillos a sus piés de más estrecha
observancia para dar con más acierto los passos en el angosto camino de
la vida, donde quien con más libertad anda, más
peligro corre. Hizo fundamento deI nuevo edíficio la virtud que tiene
por su cuenta lo más hondo y firme que es la
humildad. Prosiguió en ella asta el profundo abatimiento
de si misma, porque la fábrica despues no hiciesse vicio por
falta desta firmeza: que en los cimientos la más pequeña
quiebra, es ocasión de ruína a lo más alto. Seguía todos los
actos de la Comunidad como las demás religiosas asistiendo a las horas
deI choro de dia y de noche sentada en una silla
de las novicias según su ancianidad. Las túnicas que vestia;
las savanas en que se acostava eran de estameña y de lana sus vestidos, y en esta y en las demás cosas de su uso se
tratava como la más penitente deI convento. Jamás quiso
comer sino en el refitorio, tomando solamente lo que bastava
para sustentar la vida. Mandó la Priora que junto a la Princesa estuviesse para ministrarle la comida una religiosa
llamada Clara de Sylva. Las que servian las mesas, la servian
tambien sin ceremonia, ni differencia. En la tabla de los
officios la ponian como las demas novicias, y con todos los
que la encargavan cumplia con humildad y con gusto. Ninguna en aquella sancta compañia la igualaba en alçarse
con lo mas baxo. Quien la viera no jusgara, que jamás se havia
visto en otra cosa. Ensayaseles muy bien a los sanctos esto
de humillarse, por su propio conocimiento, que los inclina a
su desengaño. Era sumamente obediente a la Prelada y a su Maestra; y
igualmente humilde con las otras religiosas. Trahia siempre en la boca (despues
le mandó escrivir en la correa de su rueca) aquel consejo de Christo que
todos deviamos traher delante de los ojos Discite a me, quia mihis
sum(1).
Hilava y hacia labor con sus hermanas (assistiendo
a esto las horas señaladas con profundo silencio). Salieron
de sus manos corporales, palias y otras cosas necessarias al
culto divino hechas con notable perfección. Aprendió a
hazer silícios y disciplinas, que presentava a las religiosas.
/
309 /
[Vol. XVIII -
N.º 72 - 1952]
Desde que tomó el havito no quiso firmarse
Princesa, como
antes hacia, asta que la Prelada la ordenó lo hiciesse, diciendo
que lo que Dios la havia dado por hija de sus Padres, no lo
havia perdido por esposa suya; antes se confirmava con
mejor titulo.
Era increyble el gozo con que assistia a los más humildes
trabaxos de la Comunidad, ayudando a barrer el claustro y
dormitorio y a traer el pan y leña para el convento. Entonces
por no haverse introducido aun la impropiedad de tener criadas las religiosas, estavan sujetas a todos los trabajos corporales. En las recreaciones era apacible con todas y assi como en los
exercicios espirituales y en la oración era sobremanera
recogida, quando se juntava con las religiosas en los entretenimientos se mostraba sumamente humana. No consentia se le hiciessen
ceremonias de cortesia en obras y palabras,
y en el hávito guardó sin dispensación las constituciones de Ia Orden. En el cabello lo que entonces se usava, que era
por delante asta lIegar a las cejas, y por los lados asta
cobrir las orejas. En todas las otras cosas se portava sin
differencia de sus hermanas sirviendo de exemplo y edificación a todas.
Despues que entró en el convento no salió deI (y era
permitido) asta el tiempo de la peste, que después diré.
No abló más a persona alguna que no fuesse eclesiástica
y assi no dava audiencia más que a los cardenales, Arzobispos, Obispos, Prelados y algunos religiosos de conocida
virtud. Su conversación en tales ocasiones, toda era de
Dios, y de cosas espirituales. Ocupávase mucho en visitar
y acompañar las religiosas enfermas, curándolas y dándoles
de comer por su mano. No podia ver alguna triste, antes procurava saber
la causa, y remediarla con sus sanctos consejos. En conociendo que alguna no andava en
paz con su
conciencia con ayunos, penitencias y lágrimas, procurava
alcançar de Dios su quietud (y lo conseguia) haziendo sacrificio de su propio cuerpo, por la salud agena. Si tenia noticia que
algún seglar estava en pecado mortal, o embaraçado con tentaciones, procurava remediarle, applicando las mismas
medicinas que applicara por su alma si la viera en semejante
peligro. Es cierto que por este medio salieron muchos de pecado, dexaron
sus vicios y las ocasiones de sus caydas,
y abraçando la virtud, se reconciliaron con Dios. A muchos
esclavos moros, que su padre le havia dado de los que cautivó en Africa(2), reduxo por sus oraciones y ardientes consejos
/
310 /
a nuestra Sancta fee catholica, haziendo que recibiessen el Sancto
Bautismo. Si conocia ser su conversion verdadera, les dava libertad y
casava, assistiendoles siempre con su favor y largos socorros. Parece la
dava Dios Fuerças sobrenaturales, porque los infieles mismos nunca se
cansavan de oyrla, quedando espantados de la viveza y claridad de sus
razones, y deI espíritu con que las decia. Confessaban algunos no alIar
en las palabras de otros la fuerça y la virtud que en las suyas, que
penetrando asta lo intimo deI coraçón, le rendian con un imperio, y como
violencia estraña a las Leyes de la Iglesia. Era grandemente áspera y
rigorosa con las rebeldes y desobedientes a la Prelada; y igualmente
blanda y apacible con las que cumplian enteramente con las obligaciones
de la regIa. Decia mochas veces que havia de pedir a Dios que las penas
que la huviesse de dar en el Purgatorio por sus muchos pecados se las
diesse en este mundo para padecerIas entre sus hermanas. Procurava
juntar buenos libros espirituales para entretener el tiempo y caminar
con tales maestros en los exercicios de las virtudes. En los deI rezo
era tan curiosa que sabiendo que en el convento de Bemfica, en el
contorno de Lisboa, havia un breviario y un diurno manuscritos de
excelente letra hizo los pagassen muy bien aI convento y se los
remitiessen.
Jamás comia carne cumpliendo
con los ayunos de la Iglesia y de su Orden,
con tal puntualidad, que no admitia dispensacion alguna en esta parte.
Confusión verdaderamente grande para los que por levissimos achaques (de
ordinario imaginados o temidos) quebrantan el precepto de la Iglesia por
el amor desordenado de la vida, que muchas veces se pierde tempranamente,
en pena de lo poco que de Dios se fia. Esta es una memoria breve de las
virtudes de la Princesa y de la sancta vida que empeçó viendose en el
nuevo estado de la Religión. Proseguiré despues con las otras, que aora
me llaman las turbaciones que a sus parientes y vassallos causó esta
determinación.
AI otro dia de la recepción deI havito, se supo la nueva en la villa y
llegó a su tia y criadas, que con resolucion tan poco esperada,
perdieron casi el sentido de dolor(3). Cubrieronse de luto y de
lagrimas, y no se oya en aquella casa, como en toda la villa, sino
suspiros y lamentos. Esparciose luego por todo el Reyno, y causó general
descontento en los vassallos ver que su Princesa jurada (en quien fundavan
/
311 / sus esperanças a falta de la sucession deI Principe
que no la tenía) tomasse una resolucion tan contraria aI bien commun. Juntaronse las cyudades, villas y pueblos principales y eligiendo sus procuradores, los remittieron a Aveiro
a procurar impedir la resolución de la Princesa(4). Ablaron todos descompuestamente a la Priora affeando la osadia
con
que se dispuso a darle el havito y cortarle los cabelIos sin
consentimiento deI Rey y de sus vassallos. Decian que
pondrian fuego aI convento sino se la eotregavan, y otras
palabras que producia el justo dolor en sus fieles pechos.
La venerable Madre respondia con otras lleñas de dulçura
y humildad, mas resistiendo siempre la entrega de la nueva
religiosa. Su respeto obligó a los procuradores a contentarse con sacar instrumentos públicos, protestando; que a qualquier tiempo que la Princesa fuesse necessaria aI Reyno,
para darle heredero, o governarle la sacarian libremente deI
monasterio. Ella si bien se alIava firme en medio de la
tempestad, no dexava de recelar alguna turbación en lo adelante por las ocasiones en que podia verse el Reyno.
Doña Felipa, su tia, estuvo encerrada algunos dias sin visitarIa y passados algunos meses, sin despedirse della, se fué a Lisboa, y se entró en el convento de Odivelas de donde havia salido. Passó su enojo a vengança pues por contrariar en todo el gusto de la Princesa hizo que la Prelada de Odivelas mandasse recoger a su obedieneia a Doña Mencia de
Alvarenga. Assi se executó, quedando la esposa de Christo, aunque en gran soledad por falta de su compañia, siempre mas firme y segura en sus sanctos propósitos.
Fueron mayores en el Principe las demostraciones de sentimiento y dolor
con esta nueva. Cubierto de luto se
arrojó a los piés de su Padre protestándole que no dexase lograr la
resolucion de la Princesa; que sino tuviesse entendido que él por su propia authoridad iria a quitar el havito
a su hermana. Que el intento con que la havian permitido
irse a aquel convento havia sido no para que fuesse religiosa;
mas porque estuviesse recogida, mientras no se disponia casarIa. Sin esperar otra resolucion partio a Aveiro acompañado de algunos señores
y en particular de Don Garcia
de Meneses, Obispo de Evora, que era el que mas contradecia que la Princesa fuesse religiosa. Entró en el convento
/
312 /
tan colérico(5), que saliendo a recibirle la Priora oyó
una
reprehension tan áspera y unas palabras tan descompuestas, que pudieran
justamente turbar el animo de quien le tuviera menos empleado en las
cosas divinas. Respondió postrada
a los pies deI Príncipe con pocas y humildes palabras. Disculpó la accion
con haber obedecido a la Princesa y añadio que estava
promta la voluntad a padecer por Dios y por su gloria. Que trabajos
envueltos en viva memona del Christo, y llevados por su amor le eran
dulcissimos, y podian esforçar mayor flaqueza. No decia como Isac: aqui
está el fuego y la leña; onde la victima deI holocausto? antes repetia
en lo intimo deI coraçon: aqui está la victíma deI holocausto, onde la
leña y el fuego?
Quando el Príncipe estava mas empeñado en descomponer
con palabras a la humilde Prelada sale en su busca la Princesa, y con
rostro alegre se puso en su presencia. Mirola él y viendola
despojada de sus galas y vestida en havito religioso, demudada el rostro
por las penilencias mudó en un instante el furor en ternura. Atonito y
como fuera de si, sin poder enfrenar la corriente de sus ojos, la abrasó,
y con palabras amorosas, la propuso el descontento con que dexava a su
padre y el con que se alIava el Reyno todo haviendo sabido su
determinacion. Persuadiala a no dexarlos tan solos, particularmente a él,
que no tenia otra cosa en el mundo que mas estimasse; que se allava sin
hermanos y sin hijos, y que todas sus esperanças tenia puestas en ella.
A estas palabras añadia otras con que la assegurava de que el Rey y él
no consentirian que passasse adelante su determinacion, porque assi lo
pedia todo el Reyno, a cuyo bien
comun era necessario attender primero, que aI suyo particular.
Escuchó attenta la Princesa las persuasiones deI hermano, y despues de
haverle oydo, con gran humildad y confiança le respondio; que su coraçon
estava puesto en Dios, a cuyas inspiraciones era fuerça obedecer sin
attención a otros respetos humanos; que lo que con su gracia y ayuda
havia començado procuraria llevarIo adellante; que pues su padre y él la
havian dado licencia para recogerse en aquel monasterio, tuviessen por
bien que fuesse religiosa en él; que esta era su última voluntad, y de
que no la havian de apartar otras consideraciones y respetos deI Mundo.
A estas añadió otras palabras de desengaño; de que el Príncipe se vio
obligado
/
313 / a dar cuenta aI
Obispo de Evora, que tambien havia entrado con él.
Este le persuadia a que hiciesse nuevas instancias con la Princesa para
que dexasse el havito. Executolo assi, y tomandola por la mano la llevo
a una varanda en presencia de la Priora y de otras quatro religiosas; y
alli con mas vivas razones la persuadia a que dexasse el havito y cediesse de su opinion.
De palabra en palabra se
enojó tanto el Principe, que llegó a decirla
que con sus propias manos la romperia el havito sino desistia luego de
su tema(6). Mas la verdadera esposa deI Rey de la gloria (cuya voluntad
estava fundada en la firme piedra de Christo) oyendo las amenazas con
paciencia no hizo mudança en su propósito. Respondio que estava con
firme resolución de seguir el camino començado, y servir a su esposo en
la Religión, de cuyo intento no la havia de apartar consideracion alguna.
Finalmente despues de varios trances, que no enflaquecian, antes
aumentavan su constancia, el Principe se dió por vencido, y mal contento
se volvio a Lisboa. Dexó a su hermana no poco aflixida pareciendole se
levantarian nuevos embaraços que estorbassen la obra començada. Aunque
su coração y voluntad estavan fixos en Dios con encendidos deseos de
perseverar en servirle, con todo como prudente rezelava los
inconvenientes que podian recreser con el tiempo; mayormente no haviendo en el Reyno mas que un solo sucessor y esse sin hijos.
Desta suerte lleva el Señor a los suyos por el desierto de la vida
interior, ya animándolos con los
consuelos, ya excitandolos con las fatigas. Con estas los humilla; con
aquellos les socorre: con las penas obliga a que le busquen, e con los
consuelos alienta a que le sigan.
No fueron pocas las tribulaciones con que Dios
visitó a su querida
esposa porque además de las referidas, repartio con ella liberalmente
enfermedades, que la llegaron a lo último de la vida. Son estas quiebras
de la naturaleza, estos forçosos tributos de la vida el caudal de los
sanctos, con que han hecho empleos de grandes logros. Porque si las
enfermedades y dolores se reciben con resignacion, y con paciencia,
grangea una alma en poco tiempo mucho, y se aventaja en perfecion y
merito. Gozavase la Princesa en las enfermedades, como el labrador en la
cosecha, porque cogia frutos para el Cielo. Tenialas por ganancia para
la vida eterna, y por arras de su desposorio con Jesu Christo; y de
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314 /
aqui procedio que assi padecia como si gozara, y assi gozava
como sino padeciera. Todo su bien tenia puesto en el cumplimiento de la divina voluntad y por eso nunca le parecia estar en
mayor 9onança, que en la mayor tempestad de sus
tribulaciones. Suffria los dolores con singular paciencia, y con igual
alegria de espírito dava muchas gracias a Dios por
aquellos trabajos. Juntaronse los mejores medicos deI Reyno
porque los achaques y las enfermedades crecian, no obedeciendo los males a los remedios(7). Todos
conformaron en
que la Princesa tenia los higados y riñones dañados, y casi podridos(8);
que la sangre estava corrompida; y que si
continuasse más en vestir camisas y dormir en savanas destameña, en
comer pescado, y proseguir en los ayunos y penitencias, perdería sin
remedio la vida. Juzgavan bien porque el desconcierto de la sangre, y los
muchos apostemas que le salian eran bastante indício de que la armonia
interior andava desconcertada. Mas permitió Dios que (mediante muchas
oraciones de grandes siervos suyos y los muchos remedios que se
applícaron) mejorasse la Princesa de sus achaques,
aunque nunca cobró salud entera. Quedó sumamente debilitada de las fuerças corporales mas del espírito más fuerte y vigorosa,
porque despues de tan grandes males deseava trabajar y hazer más en el servicio de Dios. Decia
con el Apostol: quando
estoy enferma, entonces me siento más
fuerte.
Passado el año de la approbacion (en que Dios la
visito con tales
enfermedades, que nunca podo recobrar la salud
antigua) concordaron los médicos en que no convenia
hiciesse profession. Del mismo parecer fueron sus Prelados,
que siguieron de buena gana el Rey y el Principe. Amonestaronla todos no ser servicio de Dios proseguir en el camino de la
Religion sujeta al rigor de la regIa pudiendo estar en el mismo
convento, sirviendo a Dios como deseava sin obligarse a los rigores de
la Religión. No pretendia la virtuosa Princesa desviarse en algo de la
voluntad divina, antes como deseava alertar en esto, le pareció tomar
consejo
(como lo hizo) de muchas personas doctas, prudentes y de
gran virtud. Principalmente le tomó de fray Anton de Sancta
Maria, su Prelado, que por sus muchos años, virtudes y letras era
venerado de todos. Llamole y confirió con él algunos dias esta materia;
oyó las difficultades, y respondió a ellas; mas finalmente resolvia este
religioso, y concordaron con él
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315 /
todos que no professasse por allarse falta de fuerças para
seguir el rigor de la Orden, y ser infalible que perdería la vida si
quisiesse continuar la de la Religión. Recurrió a la
venerable Madre Beatriz Leitam, por cuyo consejo encamiñava todas sus
acciones, y allola deI mismo sentir, con que vió atajados todos los
caminos de sus deseos. Mas considerando que por el de no professar,
evitava otros mayores desconsuelos (quales serian que la obligassen a
quebrantar
lo que prometiesse en la profession) y que en el monasterio
podia servir a Dios como deseava huvo de rendir la voluntad
a los consejos.
Con esta resolucion se entró un dia en su oratorio, y
despues de larga oracion y fervorosas lágrimas embio a llamar a la Priora. En su presencia dixo muchas palabras de
dolor, protestando que dexava de seguir el camino de la
Religion por muchos impedimentos que tenia para llevarle adelante, y por
orden y consejo de sus prelados, y de muchas
otras personas sanctas y de letras. Desnudose el sancto havito con mucha ternura y lagrimas; assegurando que en quanto pudiesse no
saldria más deI monasterio, ni dexaria la virtuosa compañia de sus
hermanas, pues en ella despues de Dios tenia cifrado todo su consuelo.
Desnudado el havito besandole con suma reverencia, le puso la Princesa
sobre el altar de su oratorio y cubriendose con una mantilla salio aI
dormitorio y anduvo algunas horas por todo el convento sin
él para mostrar que havia dexado el estado religioso(9).
Bolvió luego a entrar en el oratorio tomó el havito y le vistio otra vez
con intento de no dexarle jamas, y de mostrar que si havia salido de l'obligacion de ser religiosa, no queria dexar de parecerlo. De alli
adellante, aunque no
quedó obligada a las disposiciones de la regIa, se mostró
siempre tan sujeta a los prelados de la Orden (y particularmente a la de
aquella casa) como si fuera verdadera religiosa
y huviesse hecho los votos solenes de la profession. No hizo
mudança alguna de vida, antes el mismo camino que havia
empeçado prosiguió con varonil espiritu asta el fin de la carrera;
perseverando en todas las virtudes con gran zelo deI servicio de Dios, y
de la salvación de las almas.
La virtud de la perseverancia corona la perfecion y es el reparo de
nuestra instabilidad. Quien considerare cuan leves son las inclinaciones
naturales con que vivimos, y los
mas fuertes propositos que hacemos, hará la estimacion que
/
316 / deve desta virtud. Que importa
llegar a la cumbre de la perfeción
christiana (siendo cada instante un despeñadero para el hombre) si la
perseverancia no le da constancia en los medios y corona en el fin? Bien
mostró la Princesa su generosa perseverancia, pues no estando sujeta a
las obligaciones de la regIa, las observava como verdadera religiosa.
Continuava en el choro a todas las horas dia y noche (quando su debil
disposicion y otros embaraços la davan lugar) acompañando a las monjas
con mucha humildad y siendoles espejo y exemplo de
todas virtudes. Entre todas aI que más resplandecía en ella era la
charidad y humildad, que estavan en su alma tan arraigadas, que nunca se
apartaron della asta el
fin de la vida. Visitava con gran cuydado a las enfermas
tomando tiempo cierto todos los dias para assistir con ellas. No solo
las daba consuelo y animo, más las servia con la dulçura en el trato, y
con el alivio que havian menester sus affliciones. Procuravales la salud
para el cuerpo y para el alma, que con la enfermedad viene a
perficionarse la virtud. Fueron grandes sus ansias de verse por Dios
hecha desprecio y oprobio de la tierra. Estas la desvelavan en buscar
invenciones para su mayor humiliacion. No assi el ambicioso anhela por
sus acresentamientos, como esta sierva de Dios procurava sus
abatimientos, mortificacion y desestima, y olvidada totalmente de quien
era, parece se perdia de vista a si misma.
En estas y otras virtudes, de que discurriré adelante
perseverava el
spiritu constante de la Princesa. Quando queriendo Dios poner termino a
los trabajosos infortunios deI Rey Don Alonso, su padre, le llevó desta
mortal a mejor vida(10). Principe fué sin duda adornado de virtudes
heroycas, y en quien solo pudieron desear sus vassallos fortuna más
constante. Murió catholicamente en la villa de Cintra (donde havia
nacido) en 28 de Agosto dia deI glorioso Padre S. Agustin deI año de
1481. Dexó su bendicion a dos nietos hijos deI Principe. Uno legitimo de
la Princesa Dona Isabel, que se llamó Don Alonso y fué Principe de
Portugal que despues murió desastradamente en Santaren de la cayda de un
cavallo, casado ya con Dona Isabel hija de los Reyes Catholicos, despues
Reyna de Portugal. El outro Don Jorge fundador y tronco de la Real casa
de Aveiro, que nacíó en los dias de la enfermedad de su abuelo.
Llevaronle a su presencia rezien nacído, y no pudiendo quando le vió
dezir
/
317 /
palabra alguna por la flaqueza con que estava, levantó la mano derecha y le echó la bendicion acompañada de lágrimas.
La parte de sentimiento que cupo a la Princesa de
la muerte de su Padre,
bien dexa colegirse deI amor reciproco
que se tuvieron; si bien las demostraciones no fueron de las que el
mundo gasta en tales sucessos. Todas las suyas
fueron cuerdas, agenas de las vanidades deI siglo y fundadas solamente
en encomendar muy de veras a Dios su alma.
Sucedia en el Reyno el Principe Don Juan segundo deste
nombre entre nuestros reyes, aclamado con voz general el Principe perfecto, y
merecedor de tal renombre por las virtudes, de que fué adornado. Luego
que tomó possession de la corona pareciendole preciso por muchas causas
que su
hijo Don Jorge no se criasse en Palacio ni en la Corte; determinó enviarle a su hermana para que le tuviesse consigo en el
convento. Encargó este cuydado a un religioso antiguo de la Orden de
Santo Domingo, Provincial entonces de Portugal, que havia sido confessor
deI Rey Don Alonso
y aora lo era suyo. A este entregó aI hijo y dio carta para
la Princesa su hermana, pidiendola quisiesse tomar a su cargo
su criança, teniendole consigo en el monasterio, para lo qual haria
traer luego bula deI Pontifice, y licencia deI Maestro
general de la Orden. Acetó la comission la Princesa con
grande gusto, y le crio con amor de madre. Como se ha
dicho el ano de 1481, sabbado vispera de Sancta Clara y era de edad de
tres meses quando entró en el convento. No entró
otra persona con el más que la ama que le criava(11), natural de la
misma villa y escogida por la Princesa para este effeto. Fuera tenia su
mayordomo y otros criados que le assistian sirviendole con authoridad
como a hijo de Rey que assi lo ordenava. Para que la Princesa pudiesse
vivir con más
comodidad y mas sosiego, como en tierra propia le envió
su hermano una donación, en que le hizo merced de la villa de Aveiro con toda su jurisdición y rentas. Acetó esta merced la
Princesa, no con deseo de tener cosa propia, mas por causa deI niño, que criava, y porque sus criados estuviessen en paz, que no se consigne facilmente en
señorio ageno.
Fué causa la ida de Don Jorge a Aveiro de que considerasse la Princesa
que este niño era enviado por Dios para
su consuelo; porque siendo en algún tiempo solicitada por el Reyne para
darle heredero, podria dar a este a quien tenia
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318 /
por hijo, para que la dexassen. Con esta consideración se
resolvió en hacer voto solemne de castidad. Dia de Santa
Catalina virgen y mártir (con quien tenía singular devocion)
despues de haver comulgado se fué sola aI choro(12). Allí
despues de profunda oración, delante deI altar con muchas
lágrimas, offreció a Dios el sacrificio más aceto y gracioso
de limpieza deI alma y cuerpo. En presencia deI Sanctissimo
Sacramento y de los choros angélicos hizo voto solemne a
Dios de guardar castidad toda la vida. Hecho lo que desde
su niñez mas havia deseado se quedó orando por largo
espacio, pidiendo a Dias fuerças para cumplir lo que havia
prometido.
Despues deste voto fueron mas rezios los combates contra
la castidad de Ia Princesa, porque viendose su hermano en el
trono real trató con mas veras de casarIa. Ayudava mucho
a esta el ser continuamente importunado de otros Príncipes,
que la pedian por esposa, proponiendo por sus embaxadores
promessas y ruegos, y mesclando amenaças de quebrantar
la amistad y hazer guerra aI Reyno. Era uno de los que mas
insistia en esta pretension (sic) Rey de Romanos, primo
hermano de la Princesa, hijo deI emperador Federico, y de
la Emperatriz (sic) hermana de su padre(13). Pediala
con
no menores veras el Rey de Francia, y fuerón tan recios los
combates deI hermano para effetuarlo, que llegaron a palabras descompuestas, y amenaças.
No quiso Dios que careciesse la Princesa deI merito
que viene junto con las persecusiones, fructa ordinaria de los
sanctos, o flores (por mejor desir) de que sale tanto fructo.
Este es el crisol donde se apura la fineza deI oro, donde se
apartan las escorias que se pagan deI trato y compañía de
la tierra, consumiendo el fuego todo lo que no es el metal
mas fino. Fué mucho lo que padeció por su constante resistencia. Desiala su hermano: que la sacaria deI convento,
y no consentiria ablasse más con alguna monja del, que era
traydora a su corona, pues no queria ayudar a conservar su
estado, y la paz deI Reyno.
/
319 /
Recurria en todas sus tribulaciooes a su ordinario refugio de la oración.
Salió un dia de ella con grande confiança en Dios, como a quien havia
sido revelada la respuesta que su hermano pedia por última resolucion:
Dixole que si el Rey de Francia estuviesse vivo en aquel dia se ajustava
de buena gana aI casamiento rindiendose a su voluntad(14). Quedó el Rey
notablemente satisfecho de acabar una empresa tan dificil y dió por ello
muchas gracias a la Princesa. Mas Dios habia tomado differente camino y
comunicándolo con su Esposa. De aguei en ocho dias llegó nueva a
Portugal de la muerte deI Rey de Francia con que se desvanecieron los
intentos humanos, y prevaleció la determinación divina.
Otra difficultad mayor le restava por vencer, porque quieta la plática
deI casamieoto de Francia por muerte de aquel Rey, se levantó otra nueva
tempestad por parte de Inglaterra. En esta procuró el Rey Don Juan
meter mayor caudal como plática mas conbeniente a la quietud deI Reyno.
Huvo los años antecedentes crueles guerras entre Portugal
y Inglaterra, que duraron mientras duró la vida a (sic)
Sucedió despues
en aquella corona (sic) (que tanta sangre tenia de Portugal)
(15) y llegando a su noticia la virtud, y hermosura de la Princesa embió por
sus Embaxadores a pedirla por esposa aI Rey Don Juan. Offreciale paz
perpetua y ser compañero en las armas, y otras promessas de grandes
conveniencias a la corona Portugueza. Pareció (como he dicho) aI Rey
meter mayor caudal en esta pretensión con la Princesa. Embiole orden
de
que se fuesse a ver con él a Alcobaça donde la aguardava con Dona Felipa su tia para
tratar un negocio de mucha importancia aI Reyno(16). Allavase ella entonces en la cyudad deI Porto donde havia ido
huyendo de la peste que cundia con gran vehemencia por el
/
320 /
Reyno, y particularmente en Ia villa de Aveiro: andavan en su compañia
dos religiosas antiguas de aquel convento de Ias primeras en virtud y
nobleza, y tenia para esto breve del Pontífice y licencia del Maestro
General de Ia Orden. Llamavanse Doña Catalina, y Clara de Sylva,
acompañadas de
otras dos criadas, cuyos nombres eran Paula y Agustina, y de una negra
que Ia havia pera hacer de comer. No permitia otro fausto, ni otra
compañía su rara humildad. Tuvo allí el orden del Rey y partió sin
dilación a obedecerle. Caminava en una litera cerrada y cubierta y cada
una de Ias monjas en otra litera de Ia misma suerte. En
Ias posadas salian y entravan en Ias literas sin ser vistas de nadie.
Acompañada (por orden del Rey) del Obispo del Porto y de otras personas
de cuenta, llegó a Alcobaça, y fué recibida deI hermano y de la tia con grandes caricias(17). Luego le propuso el Rey lo para que Ia havia
llamado, pidiendola con mucha efficacia no se escusasse de un negocio de
tantas conveniencias para su corona y declaróselas todas para inclinar su animo a lo que deseava. Quedó admirada Ia Princesa de tal novedad,
porque era Ia cosa que menos pensava podria sobrevenirle, y por essa
causa Ia havia tratado el Rey con mayor secreto. No quiso entonces oyr
su respuesta, antes se fué y la dexó con Doña Felipa para que Ia
persuadisse con mas espacio. Mostrola con muchas razones que no devia
escusarse de un casamiento de tantas conveniencias, y combatió
reziamente su constante animo. Pero
el fuego de amor que Dios encendió en su alma no cedia
punto a las olas de tan ordinarios combates. Quanto mas represado,
tanto con mas fuerça se descubrian Ias llamas por Ia boca de Ia Sancta
Donzella. Escusose constante a Ias
persuasiones no admitiendo Ia plática del casamiento. Fuesse Ia tia y
quedó Ia Princesa si bien firme en su determinación, no sin grandes
temores de Ia fuerça con que el Rey se empeñava en esta materia.
Escrivió luego a Ia Priora de su convento de Aveyro (eralo entonces
Maria de Atayde hija de Ia venerable Madre Beatriz Leitam) y a todas Ias
monjas dél pidiendolas encaresidamente Ia socorriessen en sus oraciones
en el lance mas apretado, que havia tenido en su vida(18). Volvió el Rey
al dia siguiente a persuadirla con mas instancia, alegando etras nuevas
raçones para que
/
321 / condecendiesse
con su gusto. Proponiala: que no tenia hermanos, que se allava con un solo hijo, de muy pequena edad,
sin esperanças de tener otros por las continuas enfermedades
dela Reyna: que su propria vida andava en tan manifiesto
peligro, como lo mostravan las trayciones que cada hora
descubria contra su persona Real; que por todas estas raçones necessitava de mas fiadores para la seguridad
del Reyno. Añadió a estas otras persuasiones de mucha fuerça; mas
entendiendo de la respuesta que el animo de Ia Princesa estava cada hora
más constante, trocó la blandura en amenaças. Con gran furia (no como hermano mas ya como enemigo) la amenaçó
con prisiones. A las religiosas que Ia
acompañavan mandó que se fuessen luego a su monasterio, pues eran las
que persuadian a su hermana no le obedeciesse.
Prohibioles la entrada en aquella casa, ni ablar con ella, que
fué la mayor afflicion y sentimiento que tuvo entre tantas
penas.
No hay arbol fixo, sino a quien
baten muchas veces los
vientos; con sus golpes más se endurece y mejor se arraygan. Tal se alIava el animo de la Princesa, más constante
a los mayores combates. Recurrió a Dios con oraciones, ayunos, y
disciplinas pidiendole constancia y victoria en tan cruel batalla; y
privada de todo el consuelo humano, toda Ia esperança de su remedio
ponia en él. Cuanto más crecian
las opposiciones, tanto más crecia su firmeza, y la seguridad
de que suplirian las fuerças divinas, donde de todo punto faltavan las
humanas. Cuando se via más sola y sin amparo,
más segura y confiada estava en la divina providencia. No faltó esta a
su querida sierva porque cuando más furiosas andavan las olas desta
tempestad, recibió un señalado consuelo de la mano deI Altissimo.
Estaba un dia en fervorosa oración derramando muchas
lágrimas, y pidiendo a Dios constancia quando subitamente
fué arrebatada de un leve sueño. En él se le representó un hermoso
mancebo que con clara voz y semblante alegre la dixo:
No temas, no te entristezcas: save de cierto que
muerto es.(19).
Despertó la Princesa con un nuevo espiritu y alegria
entendiendo que algun Angel enviado de Dios le havia dicho
aquellas palabras. Dió infinitas alabanças a su divino esposo confortada
con su gracia, y passada la noche en devotas oraciones, luego que amaneció se fué aI Rey su hermano. Dixole
con gran confiança: que estava prompta a obedecerle, mas
que el Rey de Inglaterra no vivia ya, con que no podia
/
322 / effetuarse su voluntad. Que le suplicaba (si en
esto la allase
verdadera) entendiesse que no se servia Dios de que siguiese
otro camino que el empeçado.
Atónito el Rey de tales palabras y tal confiança, no respondió cosa alguna a ellas, antes sin apretar de nuevo a la
Princesa esperó el fin de tal maravilla. Dentro de seis dias
le llegó un correo deI Embaxador de Inglaterra residente en
Lisboa. Avisavale haver Ilegado a aquel puerto un navio
salido quimse dias antes de Inglaterra con nuevas de ser
muerto el Rey dos dias antes de su partida. Quedó el Rey
triste con Ia nueva, como pariente y amigo, mas sumamente maravillado de
ver cumplida la profecía de su hermana; y sintiendo subitamente mudada la voluntad por virtud de
Dios, reparava como Rey tan justo en tan admirable mysterio. Estuvo tres dias encerrado por la muerte deI Rey de
Inglaterra(20). Passados estos se fué luego
a ver con la
Princesa, que dissimulando las persecuciones, que havia
padecido, le salió a recivir con semblante apacible. Alló con el mismo
al Rey, y despues de passadas algunas pláticas de admiración sobre el caso referido, Ia Princesa se hechó a sus pies. Pidió Ia hiziesse merced de no tratarla
mas de casamientos pues tan experimentado tenía no servirse Dios de que ella mudasse estado. Dixole: que tenia
viva fee en Dios quitaria la vida a todos los Reyes que la
pretendiessen para esposa o se la quitaria a ella primero, que ninguna otra cosa deseava que ser esposa de aquel Rey
que ha de vivir y reynar eternamente. EI Rey advertido por
los sucessos passados no solo dió palabra de que assi lo haria, mas licencia para que bolviesse luego a su convento.
Despidieronse con esso los dos hermanos: el Rey se partió
para Lisboa, y la Princesa con sus dos compañeras se fué al
Monasterio de Jesús su verdadero reposo y descanso
(21).
Fué en el recivida de la Priora y monjas con el gusto que se dexa
entender de lo mucho que estimavam su persona y compañia.
Perseveró la Princesa en su sancta vida adornada de todas las virtudes,
resplandeciendo singularmente en el amor
de Dios y del proximo. Como era de tan pura y limpia
conciencia, las culpas muy ligeras tenia por muy graves. En materia de
vicios no hay pequeñeces que puedan menospreciarse. Brotan de una raiz muchos ramos en poco tiempo,
/ 323 /
y una guija arrojada aI agua, turba su sossiego, y a una pequeña señal
que primero hizo, suceden muchas una mayor que otra. Sus confessiones
eran continuas; y muchas y grandes las mercedes que alcançó de Dios con la devoción deI sacrosanto mysterio de la Eucharistia. Muchos más gustos, y mas regalos alIava en elIa que el pueblo de Dios en el Maná
sabores. En las tribulaciones este era su refrigerio,
y en las flaquesas este su esfuerço. Para tales actos era continua la
preparación que hacia. Trahia siempre consigo una bolsa de pano negro, y
dentro un estilo de plomo y papel, donde escrivia todas las acciones que
le parecian culpables. A la noche quando se recogia le copiava en otro
que iva ordenando para la confession. Procurava por todos caminos
evitar pecados publicos y escandalosos, particularmente de personas
eclesiasticas y religiosas. Encaminavalos primero con blandura y secreto y si no aprovechava
con rigor y publicidad. Deste
zelo (fué entonces juycio comun) procedio la muerte, porque affirmaron
muchos que una persona que publicamente vivia mal le dió veneno. Muchas
veces fué amonestada por la Princesa que se enmendasse, y despues
amenaçada con que por justicia la haria apartar de su pecado(22). Procuró pues librarse de la presecussión hechando veneno en un barro de
agua que se le dió. Luego sintió
rebueltos los humores, que arrojó en gran copia por vómitos
y desde aquel dia quedó con las fuerças muy postradas, y el coraçón
sujeto a profundas tristezas. Fuesele hinchando poco a poco el estomago,
y deste accidente nació la enfermedad que le ocasionó la muerte. No le
sucedió esta en Aveiro, sino quando salió de aquelIa villa por la peste
que havia entonces en muchas partes deI reyno, y particularmente en elIa.
Por esto creo que se le dió el veneno en Coimbra (adonde se retiró con su
sobrino Don Jorge en aquelIa ocasion) assistiendo en el palacio deI convento de Santa Clara.
Haviendo cessado la peste bolvió a su convento de Jesús
con su sobrino y casa, y las dos religiosas que la acompañavan siempre.
En esta entrada profetizó su muerte. Sentándose un dia con la Priora y
demás religiosas en la casa de la labor dixo (mirando a la Madre Clara da
Sylva una de las que venian con elIa) estas palabras.
Haec requies mea
in saeculum saeculi
(23). Cumpliose la profecia no solo en no
/
324 /
salir mas de aquel convento sino en morir dentro de poco
tiempo. En tal estado la traian el fervor de sus penitencias
y la fuerça del veneno!
Continuó la Princesa despues de vuelta a su convento con santa devoción,
oracion, meditación y espirituales exercicios, como si verdaderamente la fuera revelado el dia de
su muerte, que tanto se acercáva. Y aunque enferma en el cuerpo, cobrava
cada dia nuevo vigor el espiritu, añadiendo
nuevos exercícios de penitencias, ayunos, vigilias y lágrimas.
Continuava en el Coro con Ias religiosas y ayudabalas en los divinos
oficios, mostrandose la mas obligada en la assistencia y la mas humilde en las ceremonias.
Compró
muchos livros para el convento de singular doctrina para
que se leyessen en refitorio y era su mayor gosto preguntar
despues a las monjas las circunstancias de lo que havian oydo
y lo que mas Ias havia agradado, y Ia misma deligencia hazia
despues de oyr los sermones. La efficacia de sus oraciones
fué grande como lo mostraron los effetos; por ellas y por
sus sanctas palabras llenas de doctrina y espiritu convirtió
muchos moros de los que la trahian de Africa no poco obstinados en los
errores de su secta. Convertidos los acomodava y honrava y dava estado no como a esclavos, mas como
a libres y hijos de la Iglesia. De tal suerte se dolia de las
miserias y pecados agenos, como si fuessen propios; atromentavase con rigurosas disciplinas y largas vigílias, y procurava que otras hiziessen lo mismo pidiendo a Dios librasse
a algunas personas del mal estado en que se allavan. Seria
repetir todo lo ya referido hazer memoria de los sanctos
exercicios de la princesa despues que bolvió a su convento
asta cumplir los 39 anos de su edad. Tuvieron solamente de
differencia de los passados el parecer que los hazia con mayor
rigor y mas alentado espíritu.
Llegado el tiempo en que Dios
quiso poner remate a los trabajos y vida
corporal de su esposa, reveló las cercanias
de su muerte a differentes personas; de tres solas haré me moria aqui... En el
mes de Noviembre deI año de 1489. Estando
la Priora Maria de Atayde en su cama ni bien dormida, ni
de todo despierta le pareció ver a la princesa en el Coro con
el rostro y vestidos llenos de resplandor y hermosura, adornada de muchas piedras preciosas y que con voz clara y
excelente cantava la calenda de aquel dia refiriendo las
muertes de los sanctos, y que otra voz entonava juntamente
la palabra Mors, y que subitamente era arrebatada la
Infanta
(24).
/
325 /
[Vol. XVIII -
N.º 72 - 1952]
Refiriola despues el sucesso, a que ella como tan cierta
de la cercania de su fin, no turbada mas con rostro alegre y
risueño respondió: Soltarse ha Madre o vosso sonho porque
eu morrerei cedo, e esta voz diz que me aparelhe para andar
aquelle caminho. No se pierdan sus palabras pues quedaron
escritas de quien se las oyó. Una religiosa antigua y adornada de grandes virtudes llamada Violante Rodriguez de las
primeras que entraron en aquella casa en el mes de deziembre deI mismo año(25).
(El manuscrito termina aqui a media página deI folio 62 y faltando
aun otros dos folios con sus vueItas que están en bIanco).
D. JERÓNIMO DE MASCARENHAS |